Cuando eres niñ@ o adolescente, la amistad y lo que ello conlleva es el súmmum. Por ese amig@ lo das casi todo.
Curiosamente a la vez que nosotros crecemos (no ya en el sentido físico sino interiormente) tanto ell@s como nosotr@s empezamos a establecer prioridades y progresivamente nos distanciamos.
Es en cierta forma como cuando somos pequeñ@s y nuestra madre o padre son lo máximo (los más inteligentes, los más guapos) y una vez que nos hacemos mayores nos damos cuenta de que ni eran tan perfectos ni sabían tanto como pensábamos a fin de cuentas todos somos humanos y nos equivocamos. Porque errar en nuestros actos es la única manera de aprender de ellos y evitar repetirlos.
A la vez que sentimos este distanciamiento progenitor - hijo nos acercamos a los amigos compañeros de aventuras y vivencias que nos marcarán el resto de nuestras vidas tanto... que llegamos a anteponerlos a la propia familia, idealizándol@s. Nos sentimos enfadados con el mundo, incomprendidos, con miles de complejos...
En esa etapa se forjan amistades muy firmes porque ahí eres casi transparente, no estás malead@. Luego algunas continuarán a lo largo de los años a veces de forma ininterrumpida, otras intermitentes e incluso sucede que a veces las redescubres cuando han pasado muchos años y otras se perderán por el camino definitivamente. Ese despertar de la inocencia es precioso.
Con el tiempo desgraciadamente cambiamos, dejas de ser tan crédulo comprendiendo que en la mayoría de las ocasiones, son relaciones de interés más que de amistad. A esos.. les llamo conocidos.
Si tuviesemos que contar con los dedos de la mano los amig@s de verdad, que lo han demostrado con el paso del tiempo pondríamos las manos abiertas y ¡sobrarían muchos dedos!. Tenemos que saber discernir entre personas a las que vas a distraer y otras a las que realmente les importas.
Pero bueno... ¡qué más da! si a estas alturas volvimos a descubrir a nuestra familia, a fin de cuentas siempre estuvieron ahí, sin otro interés que verte feliz y esos amig@s que hace tanto ocuparon esos pocos dedos siguen estando contigo y tu con ellos
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